miércoles, 25 de marzo de 2020

2 CLASE DE FILOSOFÍA


Buenas Tardes Alumnos! Les envió la segunda actividad que realizaremos esta semana en nuestra materia que es Filosofía. 
Recuerden que el trabajo en clase u de manera virtual es parte del proceso de evaluación en el aprendizaje. 
Se que es un momento de mucha incertidumbre para todos los ciudadanos, pero recuerden que mientras mas caso hacemos, esta pandemia se terminara pronto. Quédense en su casa y mimen al otro que tienen, coman rico y disfruten su tiempo de ocio. 
Cualquier duda que tengan no duden en mandarme un mail, yo los acompaño desde acá , nuestra manera virtual!
Cuídense mucho y cuiden a sus familias!
" LA VERDADERA GENEROSIDAD HACIA EL FUTURO ES DARLO TODO EN EL PRESENTE"... Alberto Camus. 

Instituto Privado “Don Orione”
Plan de Contingencia Pedagógica                                                          Ciclo Lectivo 2020
Materia: Filosofía.                                                                                     Año: 6°
Docente. Arbeleche Celeste


La filosofía, fundamento y origen de la ética.
Sea cual sea la explicación que la filosofía haya dado del mundo, siempre se ha incluido una manera de entender al hombre. En ella siempre ha estado presente el análisis de su conducta.
La filosofía busca el fundamento de la acción humana a partir del análisis de la propia naturaleza del ser humano. De esta forma la filosofía se convierte en una guía del comportamiento, en la medida en que pretende establecer si una determinada acción se ajusta o no a aquello que puede ser considerado digno del ser humano….

Actividad n°1:

  Leer los fragmentos de Albert Camus “La Peste”.
v  Extraer las ideas principales.
v  ¿Qué nos intenta expresar el autor con esta novela?
v  ¿Qué sentimientos florecen en la peste?
v  ¿Se sienten identificados? ¿Por qué?
v  Comparen esta novela con la realidad, ¿Qué similitud tienen? ¿Observan acciones morales como la solidaridad, respeto? ¿De qué manera?




 “Cuando estalla una guerra, las gentes se dicen: ‹‹Esto no puede durar, es demasiado estúpido››. Y sin duda una guerra es evidentemente demasiado estúpida, pero eso no impide que dure. La estupidez insiste siempre, uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo, pensaban en ellos mismos, dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto, el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa, y de mal sueño en mal sueño son los hombres los que pasan, y los humanistas en primer lugar, porque no han tomado precauciones.
 Nuestros conciudadanos no eran más culpables que otros, se olvidaban de ser modestos, eso es todo, y pensaban que todavía todo era posible para ellos, lo cual daba por supuesto que las plagas eran imposibles. Continuaban haciendo negocios, planeando viajes y teniendo opiniones. ¿Cómo hubieran podido pensar en la peste, que suprime el porvenir, los desplazamientos y las discusiones? Se creían libres y nadie será libre mientras haya plaga.
 …era cierto que la palabra ‹‹peste›› había sido pronunciada, era cierto que en aquel mismo minuto la plaga sacudía y arrojaba por tierra a una o dos víctimas. Pero ¡y qué! podría detenerse. Lo que había que hacer era reconocer claramente lo que debía ser reconocido, espantar al fin las sombras inútiles y tomar las medidas convenientes.
 Si la epidemia no se detenía por sí misma, era seguro que no sería vencida por las medidas que la administración había imaginado. Nuestros ciudadanos que hasta entonces habían seguido encubriendo con bromas su inquietud, parecían en la calle más abatidos y más silenciosos.
 A partir de ese momento, se puede decir que la peste fue nuestro único asunto. Hasta entonces, a pesar de la sorpresa y la inquietud que habían causado aquellos acontecimientos singulares, cada uno de nuestros conciudadanos había continuado sus ocupaciones, como había podido, en su puesto habitual. Y, sin duda, esto debía continuar.
 Se puede decir que esta invasión brutal de la enfermedad tuvo como primer efecto el obligar a nuestros conciudadanos a obrar como si no tuvieran sentimientos individuales. (…) En realidad, fueron necesarios muchos días para que nos diésemos cuenta de que nos encontrábamos en una situación sin compromisos posibles y que las palabras ‹‹transigir››, ‹‹favor››, ‹‹excepción›› ya no tenían sentido.
En la mayoría de los casos, la separación era evidente, no debía terminar más que con la epidemia. Y para todos nosotros, el sentimiento que llenaba nuestra vida y que tan bien creíamos conocer iba tomando una fisonomía nueva. Maridos y amantes que tenían una confianza plena en sus compañeros se encontraban celosos. Hombres que se creían frívolos en amor, se volvían constantes. Hijos que habían vivido junto a su madre sin mirarla apenas, ponían toda su inquietud y su nostalgia en algún trazo de su rostro que avivaba su recuerdo. Esta separación brutal, sin límites, sin futuro previsible, nos dejaba desconcertados, incapaces de reaccionar contra el recuerdo de esta presencia todavía tan próxima y ya tan lejana que ocupaba ahora nuestros días. De hecho, sufríamos doblemente, primero por nuestro sufrimiento y además por el que imaginábamos en los ausentes, hijo, esposa o amante.
 Entonces aceptábamos nuestra condición de prisioneros, quedábamos reducidos a nuestro pasado, y si algunos tenían la tentación de vivir en el futuro, tenían que renunciar muy pronto, al menos, en la medida de lo posible, sufriendo finalmente las heridas que la imaginación inflige a los que se confían a ella.
 El sufrimiento profundo que experimentaban era el de todos los prisioneros y el de todos los exiliados, el sufrimiento de vivir en un recuerdo inútil. Ese pasado mismo en el que pensaban continuamente sólo tenía el sabor de la nostalgia. Hubieran querido poder añadirle todo lo que sentían no haber hecho cuando podían hacerlo, con aquel o aquellas que esperaban, e igualmente mezclaban a todas las circunstancias relativamente dichosas de sus vidas de prisioneros la imagen del ausente, no pudiendo satisfacerse con lo que en la realidad vivían. Impacientados por el presente, enemigos del pasado y privados del porvenir, éramos semejantes a aquellos que la justicia o el odio de los hombres tienen entre rejas.
 En tales momentos de soledad, nadie podía esperar la ayuda de su vecino; cada uno seguía solo en su preocupación. Si alguien por casualidad intentaba hacer confidencias o decir algo de sus sufrimientos, la respuesta que recibía le hería casi siempre.
 El anuncio de que durante la tercera semana la peste había hecho trescientos dos muertos, no llegaba a hablar a la imaginación. Por otra parte, todos, acaso, no habían muerto de la peste, y por otra, nadie sabía en la ciudad cuánta era la gente que moría por semana”. 
“LA PESTE” Alberto Camus. 












INFORMACIÓN IMPORTANTE PARA FAMILIAS

  ESPACIO DE RECREACIÓN Estimadas familias…   Llegamos a la última semana de clase y último mes del año, este año se presento con much...